El ruido de los motores diesel de decenas de tractores aún retumba en las calles de Gasteiz que vivieron las protestas del sector primario en el territorio histórico.

Sus reivindicacioes sonaron tan rotundas como los motores de sus vehículos de trabajo. No quieren ayudas. Solo poder vivir de su trabajo. Y ahí es, precisamente, donde reside el quid de la cuestión. No en vano, subsistir de la gestión de fincas y establos es cada vez más complicado, entre otras cosas, por los precios que reciben los profesionales por sus productos, muchos, rozando pérdidas cuando los mismos aparecen en los lineales de tiendas y supermercados con un precio de venta al público que multiplica hasta por 9,8 (por ejemplo, los limones) lo que reciben los agricultores y ganaderos.

En Álava, casi por 5

Esa variable, en el caso de los principales alimentos cultivados y criados en Álava, padece un proceso de revalorización que multiplica por 4,36 lo que reciben los productores.

En Álava, los profesionales del sector primario tienen identificados los alimentos que mayores revalorizaciones sufren en sus precios entre el origen y los lineales de venta.

Patatas, carne y leche

Desde la Unión Agroganadera de Álava (UAGA), principal organización de profesionales agrícolas y ganaderos del territorio histórico, señalan los cultivos de patatas, las explotaciones de ganado para carne y la leche. “Muchas veces esa revalorización en la cadena de valor ha provocado ventas a pérdida para los agricultores y ganaderos”, certifican desde esta organización.

“Muchas veces esa revalorización en la cadena de valor ha provocado ventas a pérdida para los agricultores y ganaderos”, certifican desde esta organización.

En el origen

En cualquier caso, un repaso a los datos del último Ipod –índice de precios en origen y destino de los alimentos creado por la COAG, la Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios y la Unión de Consumidores para ofrecer información sobre los precios de los alimentos en el punto de origen y de destino de los mismos– pone los puntos sobre las íes. Según sus registros del pasado enero, el precio medio en origen de un kilo de patatas era de 0,32 euros, que se transforma en 1,83 euros en el ticket que ha de pagar el consumidor.Es decir, la cadena de revalorización del producto, que incluye a explotadores, intermediarios y comercializadores, multiplica por 5,72 la cantidad que recibe el agricultor.

Lácteos y carne

Respecto a las explotaciones lácteas, el citado índice también es concluyente. El ganadero dedicado a producir leche de vaca recibe por cada litro que vende una media de 0,52 euros, cuando el cartón alcanza un precio de venta al público de 0,92 euros de media, con una revalorización que multiplica el origen en 1,77 euros.

Los productores de carne –ternera, cordero, pollo, cerdo o conejo–, también padecen los rigores de la cadena de revalorización que sufren los alimentos. Para este subsector, el Ipod ganadero se sitúa en una media de tres. Bajo ese paraguas, el consumidor final tiene que rascarse el bolsillo para satisfacer el precio que se pide en tiendas, mercados y grandes superficies por un kilo de ternera (21,03 euros), cordero (19,21) o conejo (7,85), cuando su producción se ha ceñido a precios de 5,45, 4,68 y 2,50, respectivamente.

Informe

Tales datos forman parte del informe mensual de precios que maneja UAGA y elabora COAG, la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas. Esa información desgrana el dinero que cuesta en origen un producto nacido en el campo –explotación agrícola o ganadera, asociación de productores o lonjas en los puertos pesqueros– y el dinero por el que se vende, relación que se resume en una variable conocida como Ipod. Esta, con los datos del último mes completo contabilizado –enero–, se eleva hasta 4,17 en el ámbito agrícola y hasta 3 en el ganadero, para un global del sector primario de 3,92. Este registro indica el número de veces por el que se multiplica el precio de origen hasta que llega al consumidor.

Cadena agroalimentaria

Esos datos recogen las variaciones que sufren las producciones del sector primario hasta que llegan a la casa de los consumidores. Parece lógico pensar que las diversas operaciones que se realizan a lo largo de la cadena de comercialización de los productos alimentarios influyen directamente en los precios finales de los mismos.

Bajo esa perspectiva, y atendiendo a los datos facilitados por Behatokia, Observatorio de la cadena de valor de la alimentación y de la madera de Euskadi, en los puntos de venta del País Vasco, los precios de una cesta de la compra tipo se incrementan de media alrededor de un 300% respecto al precio que percibe la persona productora. Los productos analizados para cerrar ese dato tienen su origen en Euskadi y algunos se engloban dentro de las marcas de calidad Eusko Label, Euskal Baserri, Euskal Sagardoa o Rioja Alavesa.

“De esa manera, al menos, los agricultores y ganaderos tendrían cubierto su producto”, indican los portavoces consultados en UAGA

Actual legislación

Sea como fuere, desde la central agroganadera recuerdan las iniciativas surgidas en los últimos años para evitar que los productores de leche hayan tenido que vender a pérdidas. Sin embargo, son conscientes de que la única herramienta válida para evitar esa práctica reside en el cumplimiento y la aplicación de la Ley de la Cadena Alimentaria, que prohibe tales circunstancias. “De esa manera, al menos, los agricultores y ganaderos tendrían cubierto su producto”, indican los portavoces consultados en UAGA a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

Contrato previo

Junto al cumplimiento de la normativa en vigor, creada ad hoc para evitar desmanes que hagan aún más complicada la vida al eslabón más débil de la cadena, hay otras herramientas que desde UAGA consideran esenciales. Entre ellas, destaca sobremanera la configuración de contratos previos por escrito que regulen los precios en cada una de las categorías antes de producirse la relación de compra-venta.

Mundo del vino

Esta posibilidad se ha convertido en una buena percha, por ejemplo, para los productores de uva, otro de los sectores que históricamente ha padecido la dictadura de los precios marcados por los explotadores y comercializadores de la materia prima producida en los campos o explotaciones alavesas.

“En el mundo del vino ha habido mucha tradición previa de vender a las bodegas sin contrato. Existía ese miedo por parte del productor a no poder vender su uva, y por eso en muchas ocasiones aceptaban ventas en condiciones no justas, a pérdidas. Sin embargo, con la estipulación de contratos previos por escrito, ese tipo de situaciones se puede cortar de raíz”, explican desde UAGA.