Candela Peña confesaba el otro día en un podcast que tuvo que insistir mucho para que le dejaran hacer la prueba para interpretar a Rosario Porto en el caso Asunta. Quien tenía que tomar la decisión la descartaba. No la conocía personalmente y se basaba en algo que había oído de ella, que era una mujer difícil, y no en sus años de carrera. Algo que se ha puesto muy de moda entre los tíos, algo que les asusta, algo que se les escapa a su control: las tías difíciles. Eso mismo vengo yo escuchando desde hace varios meses, que soy una tía difícil. ¿Difícil por qué? Lo he preguntado varias veces pero... nada, no he conseguido una respuesta clara y, sobre todo, sincera. Candela tampoco ha conseguido que se lo expliquen a la cara. Pero ha llegado a la conclusión de que una mujer difícil puede ser (eso sí, en la cabeza de un hombre) una tía que se ha atrevido y ha empezado a decir que no. O una tía que se ha salido del camino que se supone establecido para nosotras de no meternos en líos. O una mujer que solo crea problemas por decir lo que piensa, por opinar y poner en una situación incómoda a sus compañeros. O una mujer que ha decidido que no se va a callar más para evitar molestar a los tíos de su alrededor y para que no se sientan ofendiditos.